Quizá te has preguntado alguna vez por qué en verano no soportas ese perfume que en invierno te encanta. La respuesta es manejable. La fragancia se combina con la piel produciendo una reacción química, que no es la misma si tiene zona con 38º C que con 5º C. A más calor, los poros de la piel se abren más y la reacción con el perfume es más intensa. En compendio, la temperatura es un intensificador de los aromas.

Por eso, un olor intenso sobre nuestra piel en verano produce un meta de rechazo en quien lo huele; mientras que en invierno, por el contrario, ese mismo olor puede resultar agradable adecuado a su calidez. De hecho, los aromas cítricos, más ligeros, en invierno transmiten sensación de frío mientras que en verano refrescan.

Primer consejo, en verano conviene resumir la concentración del perfume que utilicemos y optar por aguas de colonia o de toilette que permitan refrescar toda la piel. Todavía es aconsejable cambiar de comunidad olfativa en verano y optar por los aromas verdes, acuáticos, cítricos, frutales o florales.

Adicionalmente, cuando las temperaturas son altas hay que tener cuidado conciertos ingredientes como el amarillento, el musk, el sándalo o la vainica. La transpiración excesiva puede alterar su olor por eso las fragancias orientales o las notas amaderadas pueden resultar pesadas sobre la piel.

Como las “fragancias de verano” suelen durar menos, porque tienen beocio concentración de esencia, conviene pulverizarlas sobre la piel previamente hidratada para que dure más porque el extra de lípidos sobre la piel fija el olor y lo prolonga. Por final, las aguas de colonia deben pulverizarse a unos 10 centímetros de la piel para que la distribución de la fragancia será mejor y más duradera.
